He escuchado a muchos entrenadores de equipos seniors que se quejan de que los jugadores jóvenes que llegan a entrenar con el primer equipos del club tienen un defecto en común: su escaso conocimiento del juego.
Estos técnicos, de reconocido prestigio nacional e internacional, observan que esos jugadores en edad cadete o junior tienen muy buen nivel de técnica individual, con gestos muy mecanizados pero que no vienen acompañados de un buen trabajo de táctica individual o lectura de juego, que para mí es la clave a la hora de conseguir ser un jugador que pueda tener continuidad en la categoría senior.
En el contexto o nivel más modesto en el que yo me muevo, siento que lo descrito en el párrafo anterior es totalmente cierto. Noto que últimamente los jugadores que destacan en sus equipos de cantera tienen un físico privilegiad y, en ocasiones, mucho interés en poder mejorar individualmente, participando en diferentes Campus o, incluso, entrenando con técnicos de forma individual, que, para mí, son actos de buena predisposición por su parte y seguro que les servirá para mejorar, aunque solo sea porque entrenan más que sus compañeros de equipo y club.
La moda actual de muchos entrenadores es invertir mucho tiempo de sus equipos en el trabajo individual que viene dado por la repetición constante de movimientos ofensivos y defensivos mecanizados, pero sin la participación de estímulos externos.
Esa deseada mejora no tendrá éxito sin la aparición en esas tareas de la toma de decisiones, siendo estas últimas muy interesantes a la hora de iniciar a los jugadores en la comprensión y maduración intelectual de su juego individual para seguidamente llevarle poco a poco al juego colectivo.
Uno de los mayores problemas que nos encontramos cuando entrenamos jugadores que dan sus primeros pasos en este deporte, es que hacen las cosas sin procesar el entorno que les rodea en ese momento del juego. O más preocupante aún, somos los propios entrenadores quienes les «radiamos« o decimos lo que tienen que hacer en cada momento, convirtiéndolos en auténticos robots. Para corregir todo esto, lo que haremos es plantear ejercicios donde los jugadores responsan a los diferentes estímulos externos ofensivos y defensivos que les planteemos en la cancha de juego, es decir, que jueguen pensando, aplicando en esas tareas las siguiente ecuación:
Percepción (Observar) + Decisión (Procesar) + Ejecución (Hacer) =
CALIDAD TÉCNICA
El entrenador tendrá que descubrir donde está el problema, es decir, si está en la percepción, decisión o ejecución. Si no decide bien, simplificaremos la complejidad del ejercicio (enseñar de lo simple a lo complejo), haciendo que el jugador o jugadores respondan mejor a la situación táctica plantada, pudiendo variar el espacio, el tiempo, el número de jugadores… Les ayudaremos si le dotamos de herramientas (fundamentos técnicos individuales) que les permita solucionar de diferente manera el problema que se les plantee, tanto si es individual como colectivo.
Cualquier solución es válida, siempre que se cumpla el objetivo marcado, ya que si a cada situación de juego doy siempre una solución lo que creamos es un autómata, no un jugador creativo. Hay que recordar que, como entrenadores de formación, tenemos que fomentar la creatividad en los jugadores para que ellos mismos tomen la iniciativa y así aporten múltiples soluciones a las circunstancias que se den en el juego.
Como última reflexión, los entrenadores tenemos que trabajar en el proceso (mejora) de los jugadores, ayudando al que no piensa o piensa demasiado a «transformar sus pensamientos en instinto, en algo natural» (Ettore Messina) con el fin de que consigan y mantengan su ventaja del juego, haciéndoles entender que mientras una acción acaba, otra va a empezar, es decir, que aprendan a anticiparse a lo que puede ocurrir antes de que ocurra, para tener claro lo que tiene que hacer antes de ejecutarlo.
Ejercicio: Decidir la canasta desde 2c1+1
Trabajo de superioridades ofensivas e inferioridades defensivas desde situación reducida de 2c1+1 a alto ritmo de juego.
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